¿Cuánto sabemos de Finanzas?
Es muy común escuchar que “no nos alcanza el sueldo para llegar a fin de mes”, o -alguno más ocurrente- “que nos sobra mes al final del sueldo”. O que “quisiera comprarme tal cosa pero no me alcanza”, cuando no un “quiero poner un negocio pero no tengo capital”. Cosas así. Lamentablemente nos pasa a todos, incluso aquellos que tienen buenos ingresos. Pero, ¿qué tan bien preparados estamos para enfrentar las situaciones que se nos presentan respecto al manejo de dinero? ¿Nos han enseñado desde chicos sobre cómo ahorrar, cómo invertir o cómo presupuestar nuestros ingresos y gastos? ¿Conocemos todas las herramientas que ofrecen los bancos? Y del mercado de capitales, ¿sabemos lo suficiente o al menos algo? La respuesta la mayoría de las veces seguramente es muy clara: NO.
La educación financiera no está incluida dentro de los programas de educación formal, por lo tanto desde niños no nos dan los conocimientos necesarios para poder desenvolvernos en cuestiones que afectan transversalmente nuestras vidas, desde los gastos del hogar, el poder emprender un negocio, llegar al auto o a la casa soñada y, mucho menos, tener las herramientas para lograr independencia financiera que nos permita mejorar nuestra calidad de vida y hacer lo que nos gusta. Con más razón se nota la necesidad de una mayor educación financiera en un país como el nuestro, de crisis recurrentes que cada tanto nos amenazan con hacernos perder lo poco o mucho que hayamos podido generar con nuestro trabajo, a veces con el esfuerzo y sacrificio de muchos años. Es en estas situaciones cuando más deberíamos contar con una preparación en materia financiera básica, para enfrentar con mejores armas esos colapsos macroeconómicos frecuentes.
Pero, ¿qué es la educación financiera?
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lo define como el proceso por el cual los consumidores/inversores financieros mejoran su conocimiento sobre los productos, conceptos y riesgos financieros y, a través de información, instrucción y/o consejo objetivo, desarrollan las habilidades y confianza para adquirir una mayor conciencia de los riesgos y oportunidades financieras, para tomar decisiones informadas o para saber dónde acudir para pedir ayuda y adoptar otras medidas efectivas para mejorar su bienestar financiero. En otras palabras, la educación financiera nos permite, a través del conocimiento, empoderar a las personas al posibilitarles administrar de mejor manera sus recursos y las finanzas de su familia y negocios. Comienza con nociones muy básicas, como las características y el uso de productos financieros, para pasar luego a temas más avanzados relacionadas con el entendimiento de conceptos financieros, el desarrollo de habilidades y de la actitud necesaria para la gestión de las finanzas personales, las cuales generan cambios positivos en el comportamiento económico de la gente.
“LA EDUCACIÓN FINANCIERA NOS PERMITE, A TRAVÉS DEL CONOCIMIENTO, EMPODERAR A
LAS PERSONAS AL POSIBILITARLES ADMINISTRAR DE MEJOR MANERA SUS RECURSOS Y LAS FINANZAS DE SU
FAMILIA Y NEGOCIOS.”
¿Estamos contentos con nuestra situación financiera?
El Banco Central de la República Argentina (BCRA), en el 2017, y la Corporación Andina de Fomento – Banco de Desarrollo de América Latina – que la financió, llevaron adelante una encuesta de medición de las capacidades financieras de la población argentina. Los datos más contundentes son los que reflejan los porcentajes de personas insatisfechas con su situación financiera actual y de aquellos que sienten que dicha situación los limita en la capacidad para hacer cosas que son importantes para ellos, marcando mucha frustración por esa realidad que nos toca vivir.
Entonces, ¿qué hacemos?
Concluye el informe del BCRA y el CAF que es preciso diseñar acciones que estimulen el conocimiento, el comportamiento y la actitud financiera, fundamentalmente de largo plazo, ya que de este modo se podrá contribuir al mayor acceso y uso de los productos y servicios financieros de calidad que posibiliten un mayor bienestar financiero y la igualdad de oportunidades como cimiento básico del desarrollo económico de Argentina. Coincidimos con dicha conclusión, pero aquí existe también otra solución evidente y rotunda, y que nace de nosotros mismos: hagámonos de las habilidades necesarias, tomémonos unos minutos de nuestro tiempo para aprender, aprovechemos las posibilidades de información y capacitación que nos ofrece Internet, si no podemos pagarlas existen innumerables opciones gratuitas. Hagamos cada uno de nosotros el esfuerzo de capacitarnos, más allá de lo que del Estado pueda surgir, trabajemos en nuestro propio proceso de educación personal y familiar, nadie lo va a disfrutar más que nosotros mismos, y nuestros hijos lo van a agradecer. Desde esta columna vamos a brindar nuestro granito de arena para transmitir lo más claramente posible la mayor cantidad de conocimientos posibles y, si tenemos éxito, motivarlos.