Según estimaciones de los bancos, entre sus clientes de menor poder adquisitivo creció del 30% al 40% quienes se financian con el plástico.
Creció del 30 al 40% la cantidad de clientes bancarios de menor poder adquisitivo que no pueden pagar el total de la tarjeta y terminan pagando el mínimo. Es lo que en la jerga financiera se denomina ‘revolving’.
Dado que la tasa está regulada por el Banco Central (BCRA), las entidades no pueden cobrar más del 43% anual de tasa nominal, lo que pasa a ser una tasa más que tentadora, al estar por debajo de la inflación.
Incluso resulta mucho más conveniente que sacar un préstamo personal, cuya tasa casi duplica a la del revolving, al ser del 78% anual, y terminar en un costo financiero total del 148%, que varía según el banco y el cliente en cuestión.
“Hasta antes de esta norma, la tarjeta era el peor recurso que podía tener una persona para sacar crédito, lo más práctico era sacar un crédito en el mismo banco para cancelar la tarjeta, que era un 25% más barato”, señala el asesor financiero Javier Ferrer.
“Por la regulación de la tasa por parte del BCRA, el revolving termina siendo uno de los medios más baratos de financiación, quedando por debajo de un préstamo personal y ni que hablar de una cuenta corriente”, advierte el analista Christian Buteler.
El problema es que los bancos no aumentan los límites de financiación a aquellos clientes que suelen pagar el mínimo, entonces en muchos comercios la tarjeta sale rebotada cuando quieren hacer una compra, al no tener más cupo crediticio.
Damián Di Pace, director de Focus Market, observa que en el tercer y cuarto trimestre del año creció la población de nivel socioeconómica más baja que debe recurrir a su tarjeta de crédito para sostener el gasto corriente.
“Pese al intento del gobierno de recuperar poder adquisitivo del salario vía planes sociales y de inyectar más pesos en el mercado, está siendo descompensado por la evolución de la inflación, con precios que suben mucho en la canasta básica, como alimentos y bebidas”, detalla.
La norma del BCRA establece que las entidades financieras deberán aplicar la tasa de 43% a los saldos de tarjeta de crédito hasta $ 200.000 por cada tarjeta emitida.
Según las estadísticas del sistema financiero, el 95,5% de tarjetas de crédito registran financiamiento por un monto inferior al tope establecido, por lo que seguirán bajo el régimen de tasa máxima de 43%.
El 4,5% de las tarjetas emitidas registra saldos superiores al tope de $ 200.000 y sólo sobre los saldos adicionales los bancos podrán aplicar la tasa diferencial.