Dentro del mundo de la administración y las finanzas personales o corporativas existe un término, muy conocido por algunos e ignorado por otros, denominado “taxplanning” o planificación impositiva. Antes de explicar para qué se utiliza esta planificación fiscal, es importante entender en qué consiste.
Como se puede apreciar por su nombre, el taxplanning es una forma de proyectar el costo que debería afrontar una empresa o una persona por una actividad determinada que realice, con el objetivo de maximizar el rendimiento neto, pagando la menor cantidad de impuestos posibles. No se debe confundir planificación con evasión, ya que con una se pretende pagar la menor cantidad posible de impuestos siguiendo al pie de la letra la ley, mientras que con la otra se intenta violar las normas fiscales.
Una vez entendido esto, podemos explicar cómo funciona esta metodología. Sabemos que si hablamos de actividades financieras de cualquier tipo, también debemos hablar de impuestos, ya que vienen de la mano. La carga fiscal varía, dependiendo de la actividad y del país en donde se ejerza. Teniendo en cuenta esto, es muy importante planificar cómo, cuánto y cuándo se deberían abonar dichos impuestos para, de esa forma, llevar un control financiero más eficiente y, así poder tener una visión más clara de la rentabilidad neta de nuestro emprendimiento o profesión.
Si tomamos como ejemplo un país como Argentina donde se cuenta con un total de 167 impuestos (recuento realizado a fines del 2021):
- 43 impuestos nacionales
- 39 provinciales
- 85 municipales
Allí la carga fiscal promedio que se maneja se puede dividir en:
- 26% mensuales sobre ingresos mensuales aproximadamente (teniendo en cuenta el IVA, Ingresos Brutos e impuestos municipales).
- 24% en razón de contribuciones patronales sobre empleados en blanco (en razón de la retribución que maneje personalmente cada uno).
- De un 12% a un 35% por impuesto a las Ganancias al cierre del ejercicio fiscal sobre el rendimiento neto.
Ni hablar si se cuenta con beneficios de activos financieros como bonos, acciones, títulos públicos, obligaciones negociables, títulos de deuda, etc., por los cuales se deberá pagar el impuesto cedular que ronda desde un 5% a 35%, dependiendo si son nacionales o del exterior.
También, es necesario calcular si se realiza una actividad de fabricación, importación o comercialización de tabaco, bebidas alcohólicas, o servicios de telefonía celular y satelital, entre otros. Por éstas se debería abonar un impuesto denominado impuesto interno cuya alícuota varía, dependiendo del producto y de las características del mismo.
Entonces, hasta aquí, ¿se ve la importancia de tener una eficiente planificación impositiva? En los países que poseen alta carga tributaria es un trabajo muy elaborado y necesario para poder maximizar los rendimientos netos de la compañía o profesión personal.
El taxplanning es una forma de proyectar el costo que debería afrontar una empresa o una persona por una actividad determinada que realice, con el objetivo de maximizar el rendimiento neto, pagando la menor cantidad de impuestos posibles
Por lo tanto, resulta imprescindible saber sobre taxplanning y para ello debemos:
- Reconocer por dónde empezar o si es necesario volver a empezar.
- Identificar a dónde se desea llegar y en qué etapa se encuentra.
- Construir y planificar en una estrategia.
- Observar y analizar periódicamente la evolución para buscar ajustes y mejoramiento de procesos.
De esta forma podríamos tomar decisiones financieras y comerciales para minimizar la incidencia de los impuestos y, de esa manera, formar estrategias fiscales a mediano/largo plazo; reducir las obligaciones tributarias; y utilizar de manera óptima las exenciones, las devoluciones de impuestos y los beneficios, tanto como sea posible.