– “Hey, Doc. No tenemos suficiente carretera para ir a 140 km”.
– “¿Carretera? A dónde vamos, no necesitaremos carreteras.”
Para los dos o tres lectores que no reconozcan las líneas, la conversación anterior pertenece al filme “Volver al Futuro”. Allí, en el año 1985, el Doctor Brown, que viene del 2015, les dice a Marty y su novia que deben acompañarlo, dado que sus hijos estarán en problemas durante ese periodo.
Ahora bien, quien no quisiera tener a un Doctor Brown en su empresa para que le anticipe con exactitud todo lo que va a ocurrir y que es lo que se necesita hacer para franquear el futuro. La buena noticia es que existen herramientas que posibilitan prever el mañana de una pyme, a fin de realizar acciones propicias para prosperar.
Para empezar, vale establecer que sabemos dos cosas sobre destino: este no puede ser conocido y, de seguro, será diferente de lo que conocemos hasta hoy y de nuestras expectativas.
Cabe destacar que no existe manera exacta de conocer con certeza el porvenir. Ante esto hay que decir que cualquier intento de basar las acciones y propósitos del ahora sobre vaticinios de sucesos posteriores es inútil. No obstante, es factible predecir ciertos escenarios en base al análisis de los resultados venideros de eventos que ya han tenido lugar de forma irrevocable. Asimismo, debido a que las posibilidades venideras siempre son infinitas y no se pueden anticipar, lo mejor es esperar nada menos que lo inesperado e imprevisible. En efecto, esto es arriesgado, pero en verdad mucho menos peligroso que pensar que nada va a cambiar o guiarse sólo por la intuición.
En este marco, Peter Drucker, el padre de la administración, propone dos enfoques diferentes pero complementarios: lograr que el futuro suceda o trabajar sobre el que ya ha ocurrido.
Comencemos diciendo que mientras que el primer camino habla de una imposición sobre la realidad todavía inexistente de una idea que trata de dirigir y dar forma a lo que vendrá, el segundo consiste en establecer una búsqueda y explotación del lapso existente entre la aparición de algún aspecto del entorno (como la economía, cultura o sociedad), y su impacto.
En este orden, resulta de gran valor hacerse varias preguntas. A saber: ¿Qué pasara, según los pronósticos generalmente aceptados? ¿No ha pasado ya eso? ¿Cuáles son nuestras suposiciones respecto a la sociedad, mercado, clientes, conocimiento y técnica? Y estas, ¿siguen siendo válidas?
Sin embargo, esta práctica tiene su peligro, en tanto que puede ser tentador considerar obvio a lo que creemos que está pasando o a lo que queremos que pase. Así, la solución ante ese escollo es desconfiar a priori de todo hallazgo aceptado en la empresa, ya que puede tratarse de deseos o prejuicios y no de datos concretos. Será menester por tanto examinar y esclarecer presunciones prácticas y hábitos profundamente arraigados y tomar la decisión de trabajar en modificarlos.
Dicho esto, resta explicar la segunda vía, la cual es mucho más sencilla que la primera alternativa. Con ella se puede ver como no hace falta ser un Doctor Brown y llenar de plutonio un De Lorean para adelantarse a los hechos. Pues existe un lapso entre la aparición de un suceso importante y sus consecuencias. Me refiero a informaciones que están fuera de la empresa, como una transformación en la sociedad, en el conocimiento, la cultura, la industria, o en la estructura económica. Por este motivo, no podemos estar seguros del carácter de su influjo, pero sí de su advenimiento.
Pasemos a explorar cada uno de ellos:
En primer lugar, se deben contemplar las alteraciones de la población en cuanto las mismas son los más fundamentales para la fuerza laboral, el mercado, las presiones sociales y las oportunidades económicas. Lo antedicho se fundamenta en que son los menos reversibles, poseen un periodo mínimo conocido entre el fenómeno y el efecto y los corolarios se pueden pronosticar con bastante seguridad. Un ejemplo típico de lo expuesto es un aumento agudo de los nacimientos durante la pandemia, que indefectiblemente afectará la fuerza laboral y la demanda de alimentos en 15 o 20 años.
Por otro lado, las variaciones en los conocimientos implican identificar las competencias que tienen que estar disponibles hoy para que puedan servirnos dentro de diez o quince años. En otras palabras, es indispensable reflexionar sobre las principales áreas del saber a ser incorporadas, tengan o no relación con la empresa actual. En consecuencia, cada vez que se encuentren nuevas sapiencias será fortuito preguntarse: ¿existen aquí oportunidades que debemos y podemos anticipar?
Por su parte, los grandes cambios culturales son los más sutiles porque tienen lugar en ciclos bastante largos. De todas formas, es necesario discurrir que de ellos derivan los vaivenes en la conciencia de la gente. Por caso, las revoluciones feministas reforman abismalmente los deseos de consumo de este público.
Por último, queda tener en cuenta a las demás industrias, países y mercados con la pregunta ¿algo ha pasado allí que pueda establecer una norma para el lugar donde operamos? Lo propio fue llevado a cabo por las cervecerías artesanales en Argentina, quienes cuentan con la muestra de lo sucedido en los Estados Unidos, donde estos emprendimientos fueron un boom hace 20 años. Por consiguiente, el estudio de aquellas directrices permite a quienes se dedican a esta labor hacer proyecciones fehacientes en sus negocios.
Para hacer más comprensible lo anterior, comentaré el éxito de un emprendedor a quien asesore a principios de abril con esta herramienta. Este joven emprendió su proyecto de producción y venta de velas con materiales reutilizables. Lo hizo luego de cerciorarse de que existe una inmediatez plausible al analizar que en otros países se comenzó a dar más prioridad al relax, que hay un nuevo paradigma hacia sustentabilidad y que, luego de la cuarentena, la gente va a preferir pasar más tiempo en sus hogares por la llegada del home office.
Cierro con una frase Confucio que reza: ”Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro”. Pues, en definitiva, estimado empresario pyme, la compañía que reorganice sus esfuerzos en observar las propensiones actuales para proyectarlas en su presente, se convertirá en líder del futuro.