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La inflación y la suba de tasas escalan en el mundo: ahora llega a Europa

Tras una inflación récord de 7,5% anual en abril y siete meses consecutivos por encima del 4%, ahora el BCE apunta a acelerar la suba de tasas de interés con el objetivo de frenar la escalada de precios.


El Banco Central Europeo (BCE) comenzaría a subir sus tasas de interés de referencia, actualmente ubicadas en mínimos, a partir del próximo mes de julio, según anticipó este miércoles su presidenta, Christine Lagarde.

Tras una inflación récord de 7,5% anual en abril y siete meses consecutivos por encima del 4% (el doble de la meta tradicional del 2%), ahora el BCE apunta a acelerar la suba de tasas de interés con el objetivo de frenar la escalada de precios.

La energía y los alimentos, cuyos precios se han acelerado desde el desencadenamiento de la guerra entre Rusia y Ucrania explicaron más de la mitad del último índice inflacionario, ya que la inflación núcleo (que excluye a ambos componentes) sumó sólo un 3,5% en abril.

Según Lagarde, el BCE terminará sus compras netas de activos “a principios del tercer trimestre” y, “algún tiempo después se producirá una primera subida de tasas”, lo cual representaría la primera vez que el organismo haga desde el año 2011.

Dicho lapso de tiempo entre la finalización del programa de estímulos convencional (APP) y la suba de tasas “podría significar un periodo de sólo unas semanas”, señaló la presidenta de la entidad en una conferencia en Eslovenia, según las agencias AFP y Bloomberg.

El BCE actualmente mantiene las tasas en 0% para las operaciones principales de financiación, 0,25% para la facilidad marginal de crédito y -0,50% para facilidad de depósito.

La entidad es una de las pocas, entre los principales bancos centrales, en no haber modificado hasta el momento la tasas de interés.

En tanto, el Banco de Inglaterra elevó su tasa al mayor nivel en 13 años la semana pasada, y la Reserva Federal Estadounidense, tras subir en marzo por primera vez las tasas de interés en un rango de 25 puntos porcentuales; en mayo aceleró el proceso y la subió en 50 puntos (ubicándola en un rango de 0,75 a 1%), sin descartar una futura suba del mismo tenor para la próxima reunión monetaria de junio.

En el caso del BCE, la entidad tiene prevista su próxima reunión de política monetaria el 9 de junio en Ámsterdam, seguida de otra el 21 de julio en Fráncfort, en la cual se podría decidir la suba de las tasas.

“Después de la primera subida de tasas, el proceso de normalización será gradual”, añadió Lagarde, sugiriendo que habrá más subidas en las tasas tras el verano boreal europeo.

Las posiciones dentro de los integrantes del banco europeo son divergentes, con algunos de ellos manifestando una posición más cauta, ya que una suba fuerte en las tasas podría desacelerar aún más el crecimiento del continente –ya mermando por los efectos de la guerra, y otros (los denominados “halcones”), como el presidente del Bundesbank alemán, Joachim Nagel, abogando por una actuación más rápida del banco.

En ese sentido, el miembro ejecutivo de la junta gobernante del BCE, Frank Elderson, coincidió con Lagarde, y sugirió que el BCE podría comenzar a subir las tasas en julio.

Otros miembros del “board”, como Fabio Panetta, en tanto, prefieren antes esperar a las cifras macroeconómicas del segundo trimestre, ya que la economía europea se encuentra “estancada en los hechos”.

Los mercados dan por sentado que el BCE subirá sucesivamente un cuarto de punto su tasa de interés en julio y septiembre, con otra alza para fin de este año.

Respecto de los programas de expansión monetaria –mediante los cuales, el BCE adquiere distintas clases de activos como deuda pública o bonos corporativos para motorizar el crecimiento-, el programa especial establecido en la pandemia (denominado PEPP, por sus siglas en inglés) finalizó en marzo.

En tanto, el programa de estímulos convencional (APP) fue reducido a 30.000 millones de euros este mes, y, luego, está estipulado otro descenso a 20.000 millones en junio.

El BCE evaluará si continuará o no con ese programa en el tercer trimestre, lo cual, en el caso negativo, implicaría la segunda vez que se dejará en suspenso desde su inicio en octubre de 2014, momento en el cual Europa atravesaba tasas de inflación negativas.

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