John Fitzgerald Kennedy fue el hombre más joven en asumir el cargo de presidente de los Estados Unidos, ejerciendo el puesto desde el año 1961 hasta su asesinato en 1963. Pese a la escasa duración de su mandato y al tiempo transcurrido hasta la actualidad, es considerado aún hoy como uno de los mejores mandatarios de la historia de su país.
En gran medida, esto se debe a la enorme cantidad de decisiones difíciles que se vio obligado a tomar por aquellos años, dado que durante su gobierno tuvo lugar la invasión de Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles de Cuba, la construcción del Muro de Berlín, el inicio de la carrera espacial, la consolidación del Movimiento por los Derechos Civiles en el territorio americano y las primeras acciones de su república en la guerra de Vietnam.
Sin pecar de exageración, vale la analogía entre el expresidente y los empresarios pyme, ya que los segundos también toman a diario decisiones vitales, complejas, en un medio totalmente imprevisible e hipercompetitivo. Más aún, por la naturaleza de estas disposiciones, no todos los involucrados se muestran conformes con las mismas.
Por ejemplo, el empresario pyme puede implementar medidas que hagan funcionar de manera ideal a la empresa para el punto de vista de los clientes y la prensa, en función a las ventas y cantidad de locales, pero en cuanto a su realidad fiscal, la misma compañía puede estar debiendo pagos de declaraciones juradas, con moratorias caídas o deudas de aportes previsionales.
Al respecto, es recordado el caso de Nac & Pop, una cadena de comida rápida que a principios de la década anterior fue furor en Buenos Aires por su variedad de comida al paso y sus precios en verdad económicos. Por esa época, aparecían notas en toda la prensa especializada en negocios destacando sus ventas de más de 25 millones de pesos mensuales y las aperturas de nuevas franquicias.

No obstante, ante la falta de pago de sueldos, los escraches públicos por sus despidos sin causa, las intimaciones de Afip por falta de pagos de aportes y los reclamos de proveedores por cheques no cubiertos, para 2014, nadie atendía en las oficinas de la empresa. ¿A esta compañía le iba bien? La respuesta era relativa al espectador. Un periodista de negocios o un cliente habitual hubiera sostenido que sí, mientras que el fisco, un empleado o acreedor hubiera declarado un rotundo no.
De este modo, se puede apreciar como la complejidad está muy presente en el mundo de los negocios. Pues, el empresario se ve realizando arbitrajes que afectan directa o indirectamente a todos los involucrados, ya sea de manera positiva o negativa. Sin embargo, el objetivo no debe ser conformar a todos sino asegurar la supervivencia y el éxito del negocio. Por ello, este artículo abordará sobre la toma de decisiones del empresario pyme ante la incertidumbre.
Comencemos diciendo que la toma de decisiones es el proceso mediante el cual los responsables de las pymes responden a las oportunidades y amenazas que se les presentan, analizando las opciones y asumiendo determinaciones, relacionadas con las metas y la visión de la empresa. Cabe decir que cada vez que los gerentes planifican, organizan, dirigen o controlan actividades organizacionales, aplican una serie de medidas.
Es menester observar que, ante la urgencia de un fallo, usualmente el decisor no tiene acceso a toda la información que precisa. Aún si la tuviera, carecería de la capacidad mental para evaluarla correctamente. Entonces, cualquier fallo es incierto y arriesgado, al existir datos incompletos, restricciones de tiempo y costos y miradas diversas.
Frente a este escenario, para lograr una elección satisfactoria, conviene la búsqueda y la selección de una respuesta aceptable para cada uno de los problemas y las ventajas del contexto, en vez de intentar dictar la mejor sentencia todo el tiempo. Dicho todo esto, para tomar una decisión adecuada se debe, deliberadamente, seguir seis pasos.

A saber:
Primero, se debe reconocer la necesidad de tomar una decisión. Esto implica estar atentos a los cambios internos o del entorno y tener la iniciativa. Lo importante es acá es reconocer que existe una insuficiencia y responder a ella de manera oportuna. Cabe así reflexionar si el propietario de Nac & Pop tuvo el ánimo o no de reconocer que algo andaba mal y merecía su atención.
El segundo paso es el de generar alternativas. Esto es, implementar un conjunto de posibles acciones viables en réplica a una oportunidad o amenaza. Este paso puede obligarnos a dejar de lado las actitudes mentales existentes y a desarrollar otras. ¿Qué hubiese pasado si el dueño de Nac & Pop se preocupaba por sostener las operaciones ya existentes antes de pensar en aumentar las ventas a como dé lugar?
Luego, de tener las opciones adecuadas, llega el momento de evaluarlas. Esto implica valorar ventajas y desventajas de cada una de ellas y así definir exactamente si son una oportunidad o una amenaza. En esta etapa, también se deben estipular los criterios que podrían influir en la selección: legalidad, ética, viabilidad económica, por dar unos ejemplos. Volviendo a la desaparecida cadena de comidas rápidas, el juicio del propietario pudo haberse sostenido en lo económico, pero no así en lo financiero y mucho menos en lo legal y ético.
El cuarto paso es el de escoger entre las posibilidades. Esto es, usar los razonamientos anteriores y dictaminar una resolución. Así, resta la implementación de la opción elegida: tomar medidas subsecuentes y relacionadas y actuar sobre la determinación asumida. Claro está que el propietario de los restaurantes de comida al paso ni siquiera llegó a esta etapa.
Finalmente, tal como dijo JFK “El liderazgo y el aprendizaje son indispensables el uno para el otro”. Por tanto, el proceso de toma de decisiones no culmina, sino que se reanuda indefinidamente al obtener un feedback y aprender de dicha retroalimentación. Se trata así de comparar lo que realmente ocurrió con lo que se esperaba, analizar por qué no cumplieron las expectativas y derivar operaciones que ayuden a los dictámenes futuros.
En resumen, el mundo en el que nos movemos es incierto y cambiante. Por tal motivo, es fundamental ser procedimental en cada toma de decisiones siguiendo estos tips de reconocimiento de una necesidad, generación de opciones, evaluación y elección de una de ellas, implementación y feedback. Solo de esta manera se generará un aprendizaje en cada arbitrio y se asegurará la continuidad de la empresa con asunciones de acciones certeras más allá de sus consecuencias colaterales. Ya lo dijo John F. Kennedy: “Hay riesgos y costos en toda acción. Pero, a largo plazo, son mucho menos que los riesgos de una cómoda inacción”.