Mientras el Fondo pide ordenar el mercado y dar confianza, los economistas advierten por la falta de reservas y los obstáculos que puede disparar en importaciones y actividad. Cómo impacta en precios.
En medio de una nueva escalada del blue, los economistas coinciden que no hay un fuerte atraso cambiario y remarcan que el problema sigue siendo la falta de reservas. En las discusiones con el FMI se plantea ordenar el tipo de cambio, donde el Gobierno advierte que no puede converger en el corto plazo. El acuerdo podría reforzar reservas para poder salir del cepo de a poco.
El Fondo advirtió que “se necesita generar confianza y trabajar en las expectativas”. El organismo apunta a que se ordene el mercado cambiario. En las cartas al Club de París, el ministro de Economía, Martín Guzmán, reconoció que no podía reforzar más la restricción importadora. Si bien el aparato productivo no opera al máximo, las restricciones se ven en la industria.
“Al tipo de cambio real no le sobra nada. Se encuentra en niveles semejantes a los de octubre 2011, antes de la imposición del cepo, ante un dólar barato que era un agujero por donde iban la reservas”, explicó Melisa Sala, economista jefe de LCG. “Con este tipo de cambio y más presión tributaria), la cuenta corriente es positiva sólo a partir de un fuerte control de importaciones y restricciones a la transferencia de dividendos, acompañados de una mejora de los precios internacionales”, advierte.
Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, señala que “el gran problema es si aguantan las reservas. Por el lado objetivo no hay atraso pero en el subjetivo, si la gente sigue demandando dólares, no va a haber mucha vuelta. Las reservas netas pese a la recomposición del primer semestre todavía están un 50% por debajo de 2011-2019 y eso es un problema”.
Sobre la unificación del tipo de cambio, José María Segura, economista jefe de PwC Argentina, coincide con los riesgos que marcan en el Gobierno. “Si se quisiera dejar que el tipo de cambio se unifique, éste no sería de equilibrio, por el aspecto comercial y por las expectativas. El dólar se utiliza como reserva de valor y la incertidumbre hace que sea más alto”.
“En el corto plazo no vemos al Gobierno trabajando sobre los precios relativos, ni tampoco al FMI exigiendo soluciones rápidas al respecto” Walter Morales de Wise Capital.
“Con nuevas restricciones, aparece un tercer mercado, que puede ser el no oficial”, advirtió sobre la suba del blue, que genera mayores riesgos “sobre todo si las operaciones se vuelcan al informal”, advirtió. Ese escenario también genera presión en precios.
“En el corto plazo no vemos al Gobierno trabajando sobre los precios relativos, ni tampoco al FMI exigiendo soluciones rápidas al respecto”, agregó Walter Morales de Wise Capital.
El FMI no va a imponer un valor para el dólar, pero sí políticas monetaria, fiscal y disminuir la intervención. A la larga eso permite unificar el mercado cambiario”. Tras las elecciones se acelerará la devaluación y para marzo 2022 prevén el dólar en $140/$145 que el FMI podría avalar. En lo comercial, hoy “las exportaciones de manufacturas no tienen rentabilidad y las importaciones se ven favorecidas al punto de parecer subsidiadas”, marca Morales.
IMPACTO DEL REAL
A la volatilidad se suma la devaluación del Real en Brasil. “Es uno de los principales socios comerciales y puede tener impacto. Si el Real se devalúa más rápido imprime una pérdida de competitividad sobre todo el sector industrial y podría generar más presión por las importaciones y por lo tanto a las reservas. Si se limitan más las compras al exterior, pone un freno a la actividad económica”, remarca Segura.
Para Sala, el deslizamiento del dólar oficial con tasa del 17% anualizado es hasta ahora “menos de la mitad del ritmo al que crecen los precios”. La apreciación del Real (15% entre principios de marzo y fines de junio) compensó también el fortalecimiento relativo del Peso, pero en la última semana esta dinámica tuvo un freno con la depreciación el Real (6%) y lo que agrega presión sobre la pérdida de competitividad”.
Fuente: El Cronista