Alcanza a US$34.300 millones, según estimó un estudio privado.
La deuda comercial por importaciones de bienes alcanzó al cierre del primer trimestre a US$34.300 millones, la cifra más alta que se tenga registro, según precisó un estudio privado.
Este resultado es producto de un alza de US$12.200 millones durante 2022, más un nuevo incremento de US$2.700 millones entre enero y marzo de este año.
Así lo indicó un trabajo de la consultora Ecolatina, que afirmó que “la deuda comercial por importaciones de bienes es la más elevada de la historia argentina, incluso medida en moneda constante”.
Los US$12.200 millones que se acumularon el año pasado representan más de un tercio del total de los pendientes.
“Este crecimiento, equivalente a más dos meses de importaciones, representó una fuente alternativa de financiamiento frente al severo impacto de la sequía y las exiguas reservas internacionales del BCRA”, consideró la consultora.
El trabajo a cargo de Santiago Manoukian consideró que “el elevado stock representará una carga para el próximo gobierno, dado que constituye una demanda de divisas reprimida. Este factor será una de las claves a considerar al momento de resolver si el desarme del cepo cambiario será más rápido o gradual en el tiempo”.
“El Gobierno entrante deberá administrar una deuda comercial mayor (que la recibida en 2015) con un stock de reservas en terreno negativo y no contará en esta oportunidad con acceso al crédito internacional”.
Sin embargo puntualizó algunos aspectos positivos ya que “desde diciembre contaría con flujos favorables en el frente externo: el fin de la sequía y el mayor impacto de la puesta en marcha del Gasoducto NK, que estimamos permitirá revertir el déficit estructural del balance energético”.
A eso sumó “la corrección cambiaria -y con ello una menor brecha- o una eventual unificación desalentarían la demanda por importaciones”.
No obstante alertó que “un escenario de liberalización de flujos (demanda para importaciones, ahorro, etc.) y stocks (deuda comercial, giro de dividendos, etc.), frente a un escaso poder de fuego del BCRA y sin acceso significativo al crédito internacional impone un signo de interrogación al comportamiento que siga el tipo de cambio y sus eventuales consecuencias en los precios y la actividad económica en general”.